El sueño de Belgrano por instaurar una monarquía Inca, el día
incorrecto, y el pérdida o sustracción del acta original son los
enigmas detrás de nuestra declaración de la Independencia. Seamos
libres, que lo demás no importa.
Conmemoramos que un día como hoy pero de 1816, en Tucumán, se firmó
la Independencia de las Provincias Unidas de la Plata. Sin embargo,
historiadores cuentan que el General Lamadrid propuso festejar el
acontecimiento al otro día. Una fiesta a celebrarse la noche del 10
de julio en casa de la anfitriona del Congreso, doña Francisca Bazán
de Laguna.
Pero si en la actualidad no comemos locro el 10, y si lo hacemos el
9 es porque por encima de la voluntad de Lamadrid que pretendía
hacer una fiesta con las familias patricias, fue el mismo día de la
firma del acta cuando el pueblo tucumano salió a festejar la
independencia.
Es decir, desde los orígenes Argentina celebra la festividad popular
lejos del yugo colonial y sectorial.
Pero esto tampoco fue así por siempre, el 6 de julio de 1826 fue
Bernardino Rivadavia en su rol de Presidente quién ordenó que el 9
de julio se celebre en conjunto con el 25 de mayo, porque
consideraba que “la repetición generaba perjuicios en el comercio y
la industria”.
No fue sino hasta la llegada del restaurador Juan Manuel de Rosas
quien promulgando un decreto en 1835, volvió a separar las
festividades.
El acta original, firmada por todos los miembros del Congreso, fue
redactada en el libro de Actas de las sesiones públicas de dicha
asamblea. Ese libro se ha perdido. Algunos historiadores consideran
que fue depositado en 1820 en la Legislatura de Buenos Aires, de
donde posteriormente habría sido sustraído. En el Archivo General de
la Nación Argentina se conserva una copia, realizada por el
secretario Serrano a fines del mes de julio de 1816.
Cabe recordar que en ese mismo año se libró la Batalla de Cepeda, y
que por medio del Tratado de Pilar se desconocía el Congreso de
Tucumán, y era el comienzo de una batalla intestina que por más que
tuvo breves momentos de unión (como en el comienzo de la nota se
habló de Rivadavia Presidente del país), la consolidación nacional
se dio en 1861.
Volviendo a lo ocurrido en Tucumán, hay que comprender que es
consecuencia de que en 1814, el rey Fernando VII de España había
regresado al trono español. Esta situación quitó argumentos de
acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo en el
Virreinato del Río de la Plata e instaurado la Primera Junta en 1810
—y los gobiernos que habían sucedido a ésta— bajo la premisa de
lealtad a Fernando VII. Ya no podían actuar en nombre del rey de
España porque éste volvió a estar en el poder efectivo. El rey
quería reconquistar sus colonias; los "realistas" (los partidarios
del colonialismo) habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma,
y eran fuertes en el Alto Perú, la actual Bolivia. Desde allí
pensaban atacar las bases de los independentistas e invadir todo el
actual territorio de Argentina teniendo como objetivo la ciudad de
Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno
centralista del Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de
la Plata, General Carlos María de Alvear. Los revolucionarios
exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente.
El Congreso de Tucumán inició sus sesiones en la Casa de Tucumán
ubicada en San Miguel de Tucumán, el 24 de marzo de 1816, con la
presencia de 33 diputados. Según la decisión de los propios
delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada
mes.
Fueron distintas las causales por las que diversas provincias que
habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata no enviaron
diputados.
Varias provincias del Alto Perú, entre ellas Potosí, Cochabamba y La
Paz, habían caído nuevamente en poder de los realistas. Pero gracias
a la Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú enviaron diputados
al Congreso de Tucumán Chichas, Charcas y Mizque.
Distinta fue la situación de las provincias "de abajo". Exceptuando
a Córdoba, las provincias de la Liga de los Pueblos Libres o Liga
Federal —la Provincia Oriental (sector principal de la Banda
Oriental), Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe— resolvieron
no concurrir al Congreso de Tucumán, en protesta por la oposición
del nuevo Director Supremo Antonio González Balcarce y del Congreso
de Tucumán a ratificar el acuerdo de paz alcanzado en el Pacto de
Santo Tomé, firmado el 9 de abril de 1816, por el que se había
reconocido la autonomía de Santa Fe.
Artigas, el caudillo de la Provincia Oriental, se declaraba también
argentino y afirmaba en una carta a José de San Martín que la Unión
de los Pueblos Libres se había anticipado en la declaración de la
independencia argentina durante el Congreso de Oriente. Es decir,
que la verdadera acta de independencia había sido celebrado el 29 de
junio de 1815. Suscrito por las provincias argentinas federales en
la entonces pequeña ciudad de Concepción del Uruguay.
Durante varias semanas se discutieron los alcances de sus
atribuciones y su funcionamiento interno, además de tomar decisiones
de política nacional e internacional. El cuerpo tenía la facultad de
intervenir en casi todos los asuntos que se presentaban a su
consideración, lo que provocó interminables debates.
La presión de algunos de sus miembros, y de influyentes dirigentes
nacionales —entre ellos el general José de San Martín, gobernador de
la Intendencia de Cuyo— hizo que se iniciara la discusión sobre la
Declaración de Independencia.
La votación finalmente se concretó el 9 de julio. En ese momento
presidía el cuerpo uno de los representante de San Juan, Francisco
Narciso de Laprida. Ningún país reconoció en ese momento la
independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata
Luego de ello, la discusión pasó por cuál era el sistema
representativo a adoptar. La figura del monarca Inca pereció, ante
el sistema representativo republicano y federal que adoptó la
Constitución en 1853 como su artículo primero.
Hoy en día, los herederos de la patria cuentan con un olvido
selectivo que desde la Gaceta nos proponemos develar.