En muchos países se celebra el 8 de diciembre como el Día de la
Virgen. En Argentina es feriado inamovible, por qué esto es así y
cuál es el motivo de peregrinar a la basílica de Luján si esa fecha
no es la festividad de la patrona. De eso hablamos en esta nota de
la Gaceta.
El primer santuario dedicado a Nuestra Señora de Luján se inauguró
el 8 de diciembre de 1763 y en él hicieron profesión de fe y se
encomendaron buena parte de los próceres argentinos durante la época
de la emancipación: Manuel Belgrano, José de San Martín, Cornelio
Saavedra, Domingo French, Nicolás de la Quintana, José Rondeau, Juan
Martín de Pueyrredón, Ramón Balcarce, Martín Rodríguez, Estanislao
Soler, Manuel Dorrego, y otros líderes y caudillos de la
independencia le tributaron el homenaje de su reconocimiento.
Si bien el Día de la Virgen de Luján es el 8 de mayo, miles de
fieles se acercan a la basílica el 8 de diciembre porque fue un día
como ese pero de 1930, el Papa Pío XI, le otorgó oficialmente el
título de Basílica.
Además, cada 8 de diciembre se celebra la solemnidad de la
Inmaculada Concepción, es decir que ese día pero de 1854 el Papa Pio
lX decretó que la Virgen María estuvo libre del pecado original
desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo
Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de
tradición cristiana al respecto.
Un poco de historia
Al dirigirse al Paraguay al mando de una expedición, Manuel Belgrano
se detuvo en Luján varios días, mandó celebrar una misa cantada el
27 de septiembre de 1810 e hizo varias visitas a Nuestra Señora en
el camarín.
Además de rendirle homenaje por su participación en la gesta de la
independencia, Belgrano era recordado con especial afecto por haber
residido en Luján durante 1814 y haber consagrado trofeos de guerra
a la Virgen de la villa. Entre ellos, se cuentan las dos banderas de
división realistas arrebatadas por el Ejército del Norte al ejército
del general Pío Tristán en la Batalla de Salta, y que Belgrano
destinó a Nuestra Señora de Luján en acción de gracias por su
protección.
También el coronel Domingo French fue gran devoto de la Virgen de
Luján: la nombró patrona de su Regimiento Nº 3 de Infantería, y le
donó dos de las banderas conquistadas en el segundo sitio de
Montevideo.
En 1816, luego del cruce de los Andes y de liberar al pueblo
chileno, y antes de embarcarse para iniciar su campaña al Perú, el
general José de San Martín visitó el Santuario de Luján para
encomendarse a Nuestra Señora. En 1823, de regreso de la gesta
libertadora volvió a visitar el Santuario de Luján y dedicó a la
Virgen María una de sus espadas.
El Santuario de Luján es de estilo neogótico ojival del siglo XIX.
Está construido en piedra labrada y cuenta con dos torres de más de
100 m de altura.