03/03/2017
FALTA DE EDUCACIÓN
La educación vuelve a estar en boca de todos, como suele ocurrir en
los marzos. Los dos primeros días de clase habrá paro nacional y el
pedido es el de una apertura a paritarias nacionales. La línea
conservadora siempre arremete con la misma estrategia, generar una
grieta.
Esto no queda allí, sino que hay otras aristas. Por un lado, la
transferencia de culpabilidad. Una herramienta siempre oportuna y
ventajosa para quien lo plantea, por ejemplo, si no comienzan las
clases dicen “los únicos que pierden son los chicos”, y eso es
obvio. Tan obvio como la verdad necesaria de la que se parte una
gran mentira.
Porque no explican la realidad del docente (que aunque “comprenden
su situación y debería ganar más”), no escuchan y se incumple lo
acordado desde el Gobierno en cuestiones salariales y de condición
laboral.
La transferencia de hacer creer al padre, al vecino, e incluso a
algunos docentes, que la culpa es de estos últimos. Por no querer ir
a trabajar, y así llegamos a otra arista en la famosa grieta
propuesta, la estigmatización.
No sólo que se incumple con la Ley de paritarias nacionales, ni que
se pierde salario real, ni se garantiza un espacio en condiciones
para trabajar por culpa del educador, sino que para peor es porque
no quiere trabajar y es un oportunista político.
El Ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, ratificó su
desentendimiento paritario en declaraciones televisivas, por ser
algo que le corresponda a las provincias, y agregó que el 25 por
ciento de las faltas que registran los docentes al año son por
afonías. Queda para otro momento revisar el causante de la afonía,
que de ser cierto puede ser por la mencionada falta grave en las
condiciones laborales del docente.
Para no desviar el tema, vayamos a lo dicho por Bullrich. Una
afirmación clara y contundente en forma de ninguneo a la honestidad
del trabajador. A los principios del educador, en busca de encontrar
televidentes que piensen “son unos vagos, si yo tengo afonía y por
eso falto al trabajo me echan”.
Ahí surge, el tan pronunciado mediáticamente dónde se quedarán los
chicos si no pueden ir a la escuela. Pero, ¿la escuela es una
guardería?
Para ser políticamente correctos todos van a decir que no. Si un
troll de un call center del Gobierno inicia la campaña #voluntario,
como si cualquiera pudiera ser docente, la respuesta es sí, ven a la
escolaridad como una guardería.
Y cómo ven al docente, es la clave que cruza transversalmente a esta
grieta educativa. Por fuera de la primacía de lo privado sobre lo
público, porque ese sería otro enfoque a analizar.
Si lo aislamos de eso, y pensamos en general la matriz ideológica
que está impulsando el oficialismo nacional es desconocer su
importancia.
Según José Martí, la ignorancia mata a los pueblos y por eso es
preciso matar a la ignorancia. Para matar la ignorancia se necesita
fomentar el desarrollo docente y no el de voluntarios.
Por Rodrigo
Marcogliese
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