El 23 de agosto se cumplió un nuevo aniversario de aquella fecha en
1962 cuando Felipe Vallese, delegado de la UOM, se convirtió en el
primer desaparecido de la historia Argentina. Su hijo, también
Felipe Vallese, comentó lo sucedido.
En este marco conmemorativo, el periodista Gabriel Russo, publicó el
libro “Los muertos que no se pueden contar, y Vallese no aparece”,
por editorial Ciccus.
¿Te sorprendió este llamado para contar tu historia en este libro
que es medio ficción, pero también cuenta muchas verdades, porque
hay cuestiones también que ocurrieron y no se habían publicado?
Este libro Gabriel lo viene armando desde el año pasado, si no me
equivoco, y más allá de que empecé a incursionar radio Belgrano , y
él me llamaba por distintos motivos de lo que sucedía en el ámbito
político como de la Secretaría de DD.HH, me dijo de hacer un libro
sobre mi viejo pero de una manera diferente, tipo novela. Y le dije
que podía contar conmigo, con mi apoyo , los datos y conocimientos
de la biografía de mi viejo.
Y Gabriel con una manera atinada y sensible escribió tres históricas
dentro de un solo libro que pasan por algo en común, y sinceramente
me llenó de gran orgullo que él siempre esté más allá de su
profesión, pensando en distintos compañeros de la historia
argentina, en este caso mi viejo que pasó por una detención y una
desaparición, y otros compañero que tuvieron que exiliarse del país
y varios casos más que hoy en día el me está reclamando datos de un
compañero con una fuerte historia.
¿Cuántos años tenías cuando secuestraron tu papa?
Tres años cuando secuestraron a mi viejo el 23 de agosto de 1962 y
el me deja en la cama, me tapó y dio un beso en la frente y se
despidió de mí , yo de alguna manera era natural que al otro día me
despertaba y esa noche del 23 de agosto me dio su último beso y
nunca más volví a ser despertado por él.
¿Cuántos años tuviste cuando empezaste a contarlo?
Casi al cumplir los 4 años fui internado en un colegio de pupilos en
la localidad de La Reja, después salí a los 6 años de ahí y yo no lo
hablaba con nadie pero yo mismo iba descubriendo investigando de
dónde venía, quién era ese hombre hasta que a los 8 años encaré a mi
vieja. (Elvia Raquel de La Peña, mi madre del corazón, compañera de
Felipe militante que se había quedado a cargo mío para cuidarme y
protegerme, y le dije que encontré unos afiches de este señor, y
quería saber. Ella me dijo sí, era tu padre que fue detenido y hasta
el día de hoy no pareció más.
Por eso estábamos viendo constantemente noticieros en mi casa
esperando la aparición de Felipe- De a poco fui construyendo esa
historia, ella me fue contando y a los 13 años ella falleció, quedé
a vivir con mi madrina Mercedes que también había sido torturada
junto a mi viejo y no quería hablar del tema. Me contó poco y nada.
Ingresé en la secundaria con el apellido De la Peña, que era el de
Elvia, para protegerme en plena dictadura. Te imaginarás que siendo
un poco revoltoso con el apellido Vallese no estaría hoy contando la
historia.
Una vez que ingrese en la Secretaría de DD.HH de la mano de Eduardo
Luis Duhalde se abrieron las puertas y pude yo mismo hacer toda la
investigaciones sobre la historia de mi viejo y conseguir puntos de
la historia que me comprometen y tocan muy de cerca. A pesar de
tanto sufrimiento, por un lado me sirve hoy como herramienta para
ayudar a varios compañeros más que están en la misma situación como
yo.
De hecho un compañero que nació por el año ‘77 me llamó y contó
entre lágrimas que sospechaba que era hijo de un desaparecido. Le
dije que cuente conmigo que se va a resolver, lo que pase y sufrí lo
vuelco para ayudar a los que están en la misma situación que yo, o
peor.