La Pascua celebra la resurrección de Jesucristo al tercer día
después de haber sido crucificado, según se relata en el Nuevo
Testamento de la Biblia. Pero, ¿Por qué los huevos y los conejos de
chocolate?
El origen de la celebración de la Pascua se encuentra en el Antiguo
Testamento de la Biblia, en el libro del Éxodo. Allí se narra la
marcha del pueblo de Israel del cautiverio en Egipto hacia la tierra
prometida, y se explica cómo debe ser llevada la celebración pascual
para el pueblo hebreo.
Los cristianos, sin embargo, separaron la celebración de la Pascua
judía y de la cristiana en el Primer Concilio de Nicea (año 325 d.
de C.), y definieron así los elementos propios de la celebración
cristiana, que festeja la resurrección de Jesucristo.
La Pascua es también conocida como Día de Pascua, Domingo de Pascua,
Domingo de Resurrección, Domingo de Gloria o Domingo Santo.
Con la Pascua finaliza la Semana Santa, días en los que se conmemora
la crucifixión y muerte de Jesús el Viernes Santo y se celebra su
resurrección y aparición ante sus discípulos el Domingo de Pascua.
Con la Pascua, inicia un periodo conocido como Tiempo Pascual, que
dura cincuenta días, y que finaliza el Domingo de Pentecostés.
Según las Sagradas Escrituras, con la Pascua Dios da a los
cristianos la esperanza por la resurrección y por una nueva forma de
vida, representada en el regreso de Cristo entre los muertos.
La Pascua es una fiesta móvil, cuyo día varía cada año. Esto se debe
a que la fecha no es fijada siguiendo el calendario civil, sino por
el año litúrgico, que se rige por los ciclos lunares.
Así, la Pascua se ubica siempre después de la primera luna llena
luego del inicio de la primavera en el hemisferio norte, y del otoño
en el sur.
En este sentido, la Pascua puede celebrarse entre los días 22 de
marzo y el 25 de abril. Y el día en que esta cae es importante para
calcular también las fechas de otras fiestas religiosas, como el
Pentecostés y la Ascensión.
El término Pascua proviene del latín páscae, que a su vez proviene
del griego πάσχα (pasjua), una adaptación del hebreo פסח (pésaj),
que significa "paso" o "salto".
El conejo de Pascua es símbolo de la fertilidad, pues al final del
invierno y principios de la primavera, en el hemisferio norte, era
cuando comenzaban a aparecer los animales con sus crías, recordando
el renacer de la tierra.
Por su parte, el huevo de Pascua representa el inicio de la vida.
Por esto, en varios países se regalan huevos de chocolate a los
amigos.
El cirio grande y decorado con una cruz en el centro que se usa
durante la Vigilia Pascual simboliza con su luz, la resurrección de
Cristo.
Las flores representan la vida y la alegría por la resurrección del
Nazareno y la nueva vida que él nos trae. Los templos suelen ser
adornados con muchas flores.
Las luces tienen un protagonismo especial es las celebraciones
pascuales: son ellas las que nos evocan la idea de que la Pascua es
el regreso de la luz para todos en la resurrección de Cristo. Por
ello, se recurre no solo a cirios sino a colores claros, alegres y
festivos.
La Pascua judía, también conocida como Pesaj, es la festividad que
conmemora la salida del pueblo hebreo de Egipto, relatada en el
libro bíblico del Éxodo. El pueblo hebreo considera que este hecho
marca el nacimiento del pueblo como tal.
La celebración coincidió en el mes hebraico (nissan) que corresponde
a los últimos días de los meses de marzo y abril, cuando comenzaba
la estación de la primavera.
Los judíos siguen con la tradición contemplada en el libro Éxodo.
Durante la festividad, que se realiza durante siete días, es servida
una cena especial con pan ácimo, vino, hierbas y cordero, donde se
reúne toda la familia. Durante estas fiestas está prohibida la
ingesta de cereales fermentados.