La pareja que representaba a la cuna del tango fue la que se llevó
el primer puesto en la categoría “Pista” del certamen mundial de ese
baile.
Los representantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Germán
Ballejo y su compañera Magdalena Gutiérrez, brillaron en una noche
mágica sobre el Luna Park que se vistió de gala al compás de tangos
y milongas.
La pareja se hizo de 60.000 pesos y un viaje a París como premio de
obtener el máximo puntaje de la competencia.
El galardón principal no siempre la obtuvieron los locales, desde la
pareja colombiana que resultó ser campeona en el primer mundial
hasta este último el certamen le fue esquivo a los porteños.
Fueron 41 las parejas que llegaron a la final de 547 que
concursaron: 27 de Argentina, 8 de Rusia, 2 de Italia, 1 de Holanda,
igual cantidad para Colombia, Indonesia, y Corea del Sur.
Además, en el marco de la anteúltima jornada del “Tango BA, Festival
y Mundial” y con la conducción de Fernando Bravo, el encuentro que
contó con un segmento musical protagonizado por una formación
especial que recreó la única orquesta típica que tuvo Astor
Piazzolla (entre 1946-1950) y que contó con la dirección del
bandoneonísta Daniel Binelli.
La final consistió en que cada dúo (muchas de ellas con hinchada
propia y ante una audiencia milonguera que las ovacionó) bailó tres
piezas. Las bailarinas deslumbraron con vestidos al cuerpo, con
tajos y escotes profundos, de colores, brillos y el cabello
recogido; mientras que los hombres impactaron por su elegancia.
El Director Artístico del Festival, Gabriel Soria, junto a la
Subsecretaria de Gestión Cultural del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, Vivi Cantoni, fueron los encargados de entregar el
primer premio a Ballejo y Gutiérrez (Capital Federal), quienes
recibieron 60.000 pesos y un viaje a París.
Los siete miembros del jurado no se revelan hasta poco antes de la
final. Hasta minutos antes de las 19, los jurados Andrés "Tanguito"
Cejas, Corina de la Rosa, Luis Solanas, Ariadna Naveira, Javier
Rodríguez, Vilma Vega e Isaac Alejandro Suya permanecieron anónimos.
Había un fin detrás de paranoia semejante: evitar que los
participantes los conozcan y especulen con maniobras de seducción.
Dijeron que lo que más evaluaron fueron los abrazos, desplazamientos
y cómo interpretaron a los distintos autores.