"¿Alguno de ustedes vio alguna vez un dólar?", preguntó el general
Juan Domingo Perón en 1946, durante su primera presidencia. Pasaron
décadas, exactamente 24 personas más presidieron nuestro país, y
tantos más ocuparon el ministerio de Economía.
Las cosas cambiaron y hoy hay un porcentaje de la sociedad Argentina
que habla de la divisa norteamericana, aunque sigan sin verla.
Para contextualizar la frase del General: culmina la segunda guerra
mundial y comienza el reparto. Mientras veían como debilitar a los
países perdedores y con qué tierras quedarse, los yankees de gran
ayuda a los aliados fueron un paso más allá y lograron expandir más
sus fronteras que cualquier otra nación. En un complejo hotelero de
Estados Unidos firmaron un acuerdo que sentó las bases del nuevo
orden económico mundial, porque siguiendo esta teoría se consideraba
que, para llegar a la paz, tenía que existir una política
librecambista. Y como usted sabe, el mercado nunca es libre… o lo
controlamos o nos lo controlan.
Como frutilla del postre, tras ese acuerdo llamado Bretton Woods se
creó el Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, usando el
dólar estadounidense como moneda de referencia internacional.
El FMI nace oficialmente el 27 de diciembre de 1945, y repito que la
frase que cité al principio la dijo Perón en 1946. Ahora cierra,
¿no?
Los países hegemónicos nos imponían el dólar como moneda de
referencia, y la política que verdaderamente importa es la exterior
como también dijo el único argentino en ser electo tres veces
Presidente.
Tal es así que pasaron 24 presidentes más y podrían haber pasado 70
porque no importa el número de personas que ocupen acá el sillón de
Rivadavia, lo importante es que los organismos controladores siempre
fueron los mismos. De allí, lo que varía es la postura presidencial
que se tenga.
Sufrimos el entreguismo, en la cual se ponderó al dólar o mejor
dicho se desprestigió al peso. Ese concepto nacido desde las
entrañas de las corporaciones fueron canalizadas por nuestros
representantes con el fin consumado de que mucha gente lo acepte
como normal.
Por las buenas o por las malas, en determinado momento a la
actualidad, para adquirir una propiedad en Buenos Aires tenés que
tener una moneda extranjera. Es retorcido pero real, y eso es un
problema. Un gran problema por partida doble. Por un lado porque
viró las culpabilidades. Transfiere la culpabilidad al ciudadano
cuando en realidad el problema es del gobernante que dolariza la
economía.
Una pequeña anécdota, hace un tiempo un gremialista recordó cuando
un grupo de secretarios generales viajaron a una conferencia en
Estados Unidos en los noventa. Acá el peso valía lo mismo que el
dólar, pero eso era un invento criollo… Uno de estos sindicalistas
fue a una casa de cambio en Estados Unidos con 100 pesos esperando
que se lo cambien por 100 dólares, los cambistas todavía se siguen
riendo.
Pero hay algo peculiar en este tema, esta semana hubo dos noticias
centrales que los medios potenciaron contra el Gobierno. Uno lo
venían macerando entre nota y nota que era el de la remoción de los
jueces, y otro el tema restrictivo del dólar.
Sinceramente, el billete verde se comió por entero a la sed de
castigo que quieren darle a Cristina por nunca alinearse con estos
medios. Todo presunto clase media habló del dólar y poco de
Cristina.
Esto es poderosísimo, cuando se habla de la moneda gringa los
consumidores de estas publicaciones rompen la agenda de noticias. No
le dan importancia al covid, ni a las candidaturas en Bolivia, ni a
Venezuela, ni la policía, solamente a las empresas importadoras que
se van del país y la suba de restricciones del dólar.
Para peor, como dijo Oberdán Rocamora bajo el pseudónimo de “Turco”
Asís (a esta altura no se sabe cuál es el personaje y cuál se comió
al personaje), hay gente que se queja de las nuevas modalidades para
adquirir dólares como si se tratase de aquellos argentinos que se
llevaban la vaca a Francia para tomar leche fresca, y en verdad se
aplica sobre la base de lo que cuesta una noche en un hotel 3
estrellas sin desayuno en París.
Por más que cause indignación su reclamo contestarles sería aumentar
su falsa autoestima, un error como llamar campo al que se colocó
tres macetas en el balcón. Serán zonzos... tampoco son emisario de
satán. Digo… pesificar combustibles, servicios públicos, adquisición
de bienes y evitar que se traduzca en la góndola es cuestión del
dueño del circo, no de los bufones.
En momentos monotemáticos se puede recordar al inglés, Thomas Fuller,
“el que conoce poco de algo, lo repite a menudo”.