En Carla Pitiot conviven dos mundos (si es que pueden
diferenciarse): el legislativo que reflejó en su gestión en
Diputados, y el gremial que hace tiempo desarrolla en la Asociación
del Personal de Organismos de Control. En esta nota marca las bases
que sostienen ambas, desde una perspectiva de género con el desafío
que proponen las Mujeres Sindicalistas.
¿Cómo te encuentra este comienzo de año?
No puedo decir que es como volver a casa porque nunca dejé de
desempeñar una activa defensa gremial, para mi es una pasión. Si
vuelvo enriquecida del paso legislativo transitando un enero que nos
encuentra a todos lo argentinos en una nueva etapa, donde creo que a
esta crisis la enfrentamos desde nuestra militancia partidaria, y
sindical. No es que lo necesite Alberto, o Cristina... lo
necesitamos todos. Debemos darnos el lujo de tener esperanza para
cambiar las cosas y hacer algo con ello.
¿Qué impronta dejó tu paso legislativo?
En el Congreso me encontré con mujeres y hombres que se diferencian
de mí en un montón de cuestiones, pero que comparten la idea de la
política como herramienta de transformación. El sindicalismo es una
caja de resonancia de ello, dentro del control hay que ayudar al
Estado para hacerlo más eficiente. Si hay revisión de cuentas de los
gobernantes te puede cambiar la vida, dicho esto en pocas palabras,
estoy convencida que se puede provocar un cambio drástico para
aportar a la justicia social.
¿Dónde estamos parados respecto a la equidad de género?
En estos 4 años tuve una mirada general, más allá de lo que
concierne a la violencia laboral, lo que se ha reconfigurado es el
escenario del reclamo. Las mujeres sindicalistas queremos un espacio
de poder compartido en nuestros sindicatos. Pienso que las leyes no
hacen a la sociedad pero ayudan mucho, y un ejemplo es la Ley
Micaela de capacitación a los tres poderes del Estado de manera
obligatoria. Eso se logró con el impulso de las mujeres en el
Congreso dando a los sindicatos un rol protagónico en la concreción
de la capacitación. Ahora debemos lograr cuanto antes implementar el
convenio 190 de la OIT, que habla de la violencia en el ámbito de
trabajo, en él se le da un papel fundamental a los sindicatos con un
enfoque de perspectiva de género.
En los organismos de control, ¿De qué manera se da esta realidad?
Logramos que esté en marcha un observatorio para arrojar datos sobre
la equidad salarial y los puestos de trabajos. Puntualmente de los
siete que componen el Colegio de Auditores Generales en la AGN, sólo
hay una mujer. Desde su creación nunca hubo más que una en todos los
cuerpos colegiados. No existe un cupo, hay barreras que hay que
derribar para quebrar la inequidad en cargos máximos.
¿Qué esquema plantean derribar las mujeres sindicalistas?
La mujer empoderada en el sindicato, en mutuales, partidos
políticos, o cooperativas evitan la mirada sesgada. Una perspectiva
de género, no de mujer. Una equidad real es nuestro gran desafío.
Las mujeres que tenemos experiencia en discutir Convenios Colectivos
debemos comenzar a capacitar y formar a nuevas generaciones.
Queremos una deconstrucción real, que cuando una disputa un espacio
de poder no significa quitarle espacio al hombre porque el poder no
tiene género. Nos hicieron creer en un estereotipo y hay que luchar
contra eso. Falta un largo camino, pero vamos a seguir trabajando
para que los capítulos que hablan de las mujeres en los libros de
sindicalismo dejen de ser los más cortitos.