Nos invadieron con ejércitos; con enfermedades. Nos impusieron el
idioma, su dios perverso y cruel; pero sobre todo horadaron las
cimientos de la cultura e inocularon el virus del pensamiento
colonial, es decir cambiaron los valores humanos de entonces; de la
tierra, y nos pretenden sempiternas colonias al servicio de sus
intereses.
El pudor, la vergüenza, el respeto; la ética que rige la relación de
las personas y los pueblos. La prevalencia de la verdad y la
búsqueda de la Paz han cedido protagonismo al más canallesco
comportamiento cínico, hipócrita y cruel que envilece la condición
humana.
Ya estamos transitando el fin de la historia. Y es el momento de
resignificar los paradigmas, sino queremos ser parte de ese final.
No seremos todos los que busquemos refundar este mundo decadente. Es
más, tendremos a muchos enfrente, oponiéndose al cambio, agarrándose
desesperadamente a los últimos restos del naufragio; e intentando
arrastrarnos al mismo destino.
Puede ser que Venezuela caiga.
No habrá muchas diferencias con el golpe al Brasil de Dilma y Lula;
ni al de Lugo en Paraguay, o el de Celaya.
Y si no es con la traición de los “poderes de la estado”, lo es con
la servil anuencia de pueblos alienados por “las verdades” de sus
esclavistas. Amos que venden evangelios de salvación, pureza, y
odio, y que los aspirantes a serlo lo compran con sus votos
democráticos y esperanzados.
Tal vez nos estemos aproximando al fondo; a otra Edad Media en la
que todo había caducado, y lo único que quedaba por perder era la
vida; y fue entonces que las pulsiones de vida sentaron las bases de
otra historia, Esa que ahora se está acabando.
*Coordinador
del espacio OGA -Roma 640-
(construir
una forma de participación novedosa, en donde arte y salud son ejes
fundamentales)