05/01/2018
La verdadera historia de los Reyes Magos
En esta edición del ¿Sabías qué?
de la Gaceta, Susana Martino nos trae el significado del festejo de
Reyes, qué tan realista es su historia y sus personajes.
El 6 de enero, día tan esperado por los niños del mundo entero que
esperan recibir regalos de los Reyes Magos es en realidad la
epifanía del Niño Jesús, es decir, el día en que los Reyes llegaron
al pesebre de Belén adorar al niño Dios llevando dones de oro,
mirra, e incienso anunciando al mundo su nacimiento.
Estos Reyes llamados Melchor (Rey de Persia), Gaspar (Rey de los
Arabia), y Baltasar (el Rey negro de la India), no eran Magos en el
sentido actual sino que se los llamaba así porque estudiaban el
cielo y sus astros.
Así fue que observaron una estrella luminosa que los guió hasta el
pesebre de Belén, ellos estaban esperando una señal para el
nacimiento del gran Rey que indicaban las escrituras como el hijo de
Dios.
Imágenes, ilustración de libros, y figuras de ellos en el pesebre
generalmente los muestran viajando a camello, en tanto, que la
tradición enseñó a los chicos poner agua y pasto para este animal;
otra versión de la historia indica que Melchor llegó a caballo,
Baltasar en un gran elefante y sólo Gaspar viajó a camello. Cada uno
desde su reino y con el animal típico de su reinado como transporte.
Respecto a los regalos ofrecidos a Jesús se los representa como
muestras de riqueza y poder de los Reyes. El oro simboliza afirmar
que Jesús era el Rey de reyes.
La mirra es un valioso perfume que se extrae de un árbol muy usado
en medicina obsequiarle eso era admitir que Dios es el padre de este
niño.
El incienso, una aromática extraída también de un árbol para adorar
a los dioses, regalárselo era reconocerlo como un dios verdadero.
Los chiquitos dejan sus zapatitos para que los reyes sepan cuántos
niños viven en la casa y dejen sus regalos, cuando los pequeños
despiertan el día siguiente corren a sus zapatitos y entre sus
regalos recuerdan a los Reyes Magos, y su travesía en el desierto
siguiendo una estrella fugaz.
Por Susana
Martino
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