El vecino salió a la calle como hace tiempo no ocurría, las
cacerolas sonaron la noche del lunes que se votaba en Diputados la
reforma previsional. “Con los jubilados no” era el lema de los
convocados en Juan B. Justo y Madero.
Primero el sonido fue llamando a los vecinos en algunas esquinas de
Versailles, y luego se fueron juntando los distintos autoconvocados
en Juan B. Justo donde efectivo de la °44 cortaron la calle, en una
pacífica manifestación.
El desconcierto fue tal, que a las las 9 de la mañana de ese día
nada estaba definido. Por un lado el trabajador no sabía si iba a
poder regresar del trabajo o iba a haber paro de transporte, pero el
trabajador tampoco sabía si después de ese día su situación
previsional iba a cambiar. Su presente y su futuro se entrelazaron
en un pan y queso dónde quién se llevó la mejor parte fue el Estado
que con la votación favorable a su reforma, indicó que bajaría el
costo del déficit financiero nacional.
No muchos días antes, el Senado de la Nación había otorgado media
sanción al proyecto reformista por el cual los jubilados iban a
cobrar sus haberes de acuerdo a lo que indique la inflación. Antes
de que esto se apruebe, las jubilaciones estaban atadas a la suba
inflacionaria más la suma de lo recaudado por el ANSES.
Este (aún) proyecto de Ley pasó luego de su rápido tratamiento por
la Cámara alta, a los escaños de los Diputados, que pretendían
sesionar bajo un manto de gritos que llegaban desde afuera del
Palacio parlamentario.
A una marcha numerosa y pacífica se le sumó una facción que provocó
a los efectivos hasta cumplir con su objetivo. Su misión no era que
estos respondan, su misión era sembrar el caos en la Ciudad y poner
en riesgo a la ciudadanía que pacíficamente se manifestaba para
conservar sus derechos.
La gente no podía observar el ridículo acto de que una célular de
civil atacando a otra parte uniformada debido que tuvo que correr
cuando estos comenzaron a disparar balas de goma a la altura de la
cabeza de la gente.
Dentro del Congreso, la situación era similar. La confrontación (más
genuina que afuera) era entre quienes pedían que se levante la
sesión y quienes la querían continuar. Las cosas estaban claras, el
oficialismo pretendía seguir en el recinto y la oposición
abandonarlo.
El Presidente de la Cámara, Emilio Monzó dio por iniciada la sesión
tras sus palabras “hay quorum”, y la oposición indignada se le
apresentó sobre su Estrado.
Las cosas volvieron a ser calmas en el recinto y la diputada del FR
, Graciela Camaño, dijo “no jueguen más a que no sigue la sesión
porque no los dejamos continuar. No siguen porque no tienen el
número para aprobarlo”.
Tras los aplausos recibidos a esa oratoria, le diputada Elisa Carrió
pidió la palabra y expresó que en su carácter democrático no iba a
dejar que la sesión siguiera sin que se respete la posibilidad de
debatir. Y agregó “si el proyecto no fuera beneficioso para los
jubilados no estaría acá sentada”.
En síntesis, la diputada de Cambiemos pidió que se levanta la sesión
y Monzó lo hizo efectivo.
Pero fuera, comenzó una persecución policial que dejó como saldo a
varios detenidos incluyendo una mujer que salió del trabajo en esa
zona, fue manoseada para luego ser trasladada en una de las unidades
de la Gendarmería.
El jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, esa noche dijo querer
darle otra oportunidad al Congreso y que el lunes siguiente se
volvería a tratar.
Volvemos al comienzo de la nota, el lunes a las 9 de la mañana el
trabajador tenía más dudas que certezas. La CGT convocó para un paro
de 24hs, desde el mediodía del lunes hasta el mediodía del martes, y
el gremio de choferes de transportes si bien dijo sentirse
representados por esa decisión, no pararon para garantizar el
regreso del laburante a su casa.
Así las cosas esa tarde una nueva movilización pacífica y
multitudinaria se encontraba en la Plaza del Congreso, dentro del
recinto los diputados y en la sala contigua los Gobernadores cuya
razón de estar allí se desconoce, más allá de los trascendidos
acerca de que vigilaban de cerca a los legisladores electos en sus
provincias para que voten de acuerdo a lo que el Gobierno quería con
la excusa de tener algún beneficio en el reparto tributario de la
reforma fiscal.
La Gendarmería ya no estaba, toda la seguridad estuvo en manos del
Ministro de esa cartera porteño, Martín Ocampo y la policía
Metropolitana.
Nada impidió que un mismo grupo minúsculo comience a apedrear a los
efectivos, mismas premisas misma conclusión. Se desató una brutal
represión que terminó con cuatro personas que desde ese día han
perdido la visión de un ojo por una bala de goma.
Pero esta vez, se trató el proyecto. Y no sólo eso sino que se
convirtió en Ley por la madrugada tras que el resultado de favorable
a lo enviado por el Gobierno.
Los jubilados se verán mermados en sus ingresos, y muchos votantes
del oficialismo sacaron del letargo sus cacerolas para hacerlas
sonar esa noche. El ajuste también llegó a ellos, a los activos que
entienden que el día de mañana su futuro está comprometido.